La deforestación de la Amazonía, la selva tropical más grande y con mayor biodiversidad del planeta, ha reducido las lluvias y debilitado la capacidad de los árboles y el suelo para retener la humedad, según varias investigaciones. Esto ha agudizado la sequía y redujo la resistencia de la selva a la destrucción ambiental y a fenómenos como los incendios forestales.

El río Amazonas, el más caudaloso del planeta, y varios de sus afluentes alcanzaron en 2023 sus niveles más bajos en 120 años de registros. Una quinta parte del agua dulce del mundo fluye a través de esta selva tropical.

Un estudio publicado por iniciativa del World Weather Attribution, una colaboración internacional entre científicos de Brasil, Países Bajos, Gran Bretaña y EE.UU. centrada en el análisis rápido de fenómenos meteorológicos extremos, utilizó métodos revisados por expertos para comprobar si la sequía se ha visto influenciada por el cambio climático y el patrón de El Niño, asociado a la sequía en la región, y en qué medida.

El Niño redujo las precipitaciones, según los científicos y el calentamiento global también hizo 30 veces más probable la deshidratación del suelo y las plantas, así como la reducción del caudal de los ríos.

Finalmente, los científicos afirmaron que los gobiernos pueden mitigar el impacto de futuras sequías si disminuyen los niveles de deforestación, se restauran los bosques y ayudan a las comunidades a adaptarse.