Los principales atractivos del agroturismo son la visita a zonas rurales, el contacto con la naturaleza y el acercamiento a las actividades económicas que se desarrollan en la zona rural. Cuando las actividades además se realizan de la mano de los propios habitantes del entorno rural, adicionalmente, se está en presencia de experiencias de turismo de base comunitaria.

Recientemente fue realizada una visita a la ruta ecoturística en Las Garcitas, ubicada en Canoabo, estado Carabobo, en la que participaron Carlos García, integrante de la Cámara de Turismo del estado Carabobo, el fotógrafo Juan Carlos Hernández Soria, corresponsal de Zumapress, así como también un grupo de colaboradores del Correo del Orinoco, El Pitazo web y un blog de turismo venezolano, quienes participaron en la puesta en funcionamiento de esta ruta organizada por Jeny Sánchez Petit, junto a Emilio Torrealba, presidente de Fundacanoabo, con el apoyo de miembros de la comunidad.

La comunidad de Las Garcitas está localizada a unos 800 metros de altitud al suroeste de la montaña que bordea a Canoabo, y se aspira estructurar un programa turístico en el que la naturaleza, el montañismo y el senderismo, se fusionen con la apreciación y disfrute de las costumbres y labores de una comunidad rural que cultiva sin agroquímicos, y vive en medio de una “paz natural”, como relata Bartola Salinas.

La visita abarcó un recorrido de tres kilómetros que se efectuó en vehículo rustico 4×4 y trayectos de caminatas en contacto con la naturaleza. Los participantes de esta ruta, apreciaron los parajes que ofrece el recorrido desde un mirador construido por los propios habitantes del sector; participaron en las demostraciones de producción de casabe con la familia Lara, de papelón con la familia León y de producción de hortalizas orgánicas con la familia Sequera Melean; en cada parada degustaron los alimentos propios de la zona y no puedo faltar la visita a la cascada del río Capa.

En la parcela de Bartola Salinas los visitantes fueron recibidos con dulce de plátano, cocada de caña, además observaron el pequeño vivero de cacao de Bartola y Alexis Robles y la explicación del profesor Jusma Hidalgo sobre cómo se hace un bioabono y el uso de caldo de ceniza, un producto repelente preparado a base de agua y jabón, que ayuda para la protección de cultivos en plagas y enfermedades.

El caserío de 20 familias está ganado para sumarse a la lucha de preservación y rescate de la cuenca del río Canoabo, cuyo embalse, aguas abajo en las afueras del pueblo, es crucial para el suministro del agua a la población y a importantes empresas públicas y privadas del eje costero carabobeño.

Jordana Ayala, gerente de Proyectos Socioambientales de Fundación Tierra Viva relata que “hemos acompañado a la comunidad de Las Garcitas a crear capacidades para la puesta en práctica de esta ruta, en los procesos de identificación de atractivos ecoturísticos, así como la planificación de las actividades y servicios que pueden ser ofrecidos a los visitantes, así, hoy día trabajan en equipo, comparten las responsabilidades y los beneficios de esta ruta”.

En 2018 Fundación Tierra Viva inició el proyecto “Iniciativas Agroforestales y Ecoturísticas para la conservación y protección de la cuenca del río Canoabo”, con el cofinanciamiento del  Programa de Pequeñas Donaciones del Fondo Mundial del Medio Ambiente de Venezuela @ppd.venezuela, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en Venezuela @pnudvenezuela y el apoyo de aliados locales, cuyo objetivo es promover el conocimiento sobre la biodiversidad y alternativas para el uso sostenible de la cuenca del río Canoabo, con actividades orientadas a tres grupos: productores agrícolas, jóvenes y docentes.

Las actividades del proyecto permitieron involucrar, al menos, a 40 productores en un ciclo de formación teórico-práctico basado en la producción agroecológica. La elaboración de insumos orgánicos; el trazado y siembra en curvas a nivel; la producción de cacao, café y cultivos asociados y las prácticas de conservación de suelos fueron los principales contenidos abordados en las actividades formativas desarrolladas.

Como parte de las actividades formativas, los productores recibieron herramientas para la planificación agrícola y se fomentó el trabajo colaborativo o “cayapas” para suplir la carencia de mano de obra. Esta última, es una práctica que deja importantes saldos organizativos y de desarrollo humano, al fomentar el trabajo en equipo, la solidaridad y la ayuda mutua.